He escuchado mucho sobre la gratitud y los impactos positivos que tiene en nuestras vidas. Hace un año comencé a leer sobre el tema para averiguarlo por mí misma. Los beneficios de vivir una vida con la gratitud son impresionantes, desde una mejor salud mental hasta una vida más completa con plenitud y felicidad. Por lo tanto, decidí buscar más gratitud en mi vida…con tantos beneficios, ¿quién no lo haría? Elegí los ejercicios más populares, como escribir 3 cosas diarias por las que estaba agradecida y reflexionar sobre los acontecimientos de mi día justo antes de acostarme. Sin embargo, después de un par de semanas me di por vencida. Los ejercicios se sentían más como tareas y no podía involucrarme en ellos de una manera que se sintiera auténtica para mí. Tal vez no estaba lo suficientemente comprometida, o quizás no lo hice por el tiempo suficiente para obtener los beneficios. Lo que buscaba era poder incorporar la gratitud a mi vida diaria especialmente en momentos difíciles o cuando daba las cosas por sentado. Así que dejé los ejercicios y, para ser sincera, me olvidé de la gratitud.
Esto fue hasta que me encontré con un podcast de Sam Harris sobre la gratitud. No tenía muchas expectativas, pero pensé en probarlo. Lo que dice en el podcast realmente tenía sentido para mí: me dio un punto de acceso que los ejercicios anteriores no me dieron. Se lo conté a mi marido y me dijo que probablemente yo encontraría muy útil la filosofía del estoicismo. Así es como me encontré con el trabajo de William B Irvine y su serie de podcasts “The Stoic Path” que se vinculaban muy bien con mi búsqueda para encontrar la gratitud.
Lo que me llamó la atención sobre el podcast original de gratitud y los subsecuentes sobre estoicismo fue que se centraban no en los pensamientos positivos sino en los negativos. Me llamó la atención, no solo porque la gratitud se trata de la positividad, sino también porque siempre nos dicen sobre el poder de los pensamientos positivos y las consecuencias de pensamientos negativos, ej. nada bueno puede llegar de ellos. Sin embargo, lo que estaba leyendo y escuchando promovió pensar en cosas negativas. En mi caso, como tal vez les ocurra a muchas personas, yo encuentro más fácil evocar pensamientos negativos que los positivos, por lo cual encontrar algo que estaba usando esta tendencia (hacia lo negativo) para llegar a la gratitud fue intrigante.
Lo que me quedó claro desde el principio fue que lo que hay detrás de la idea de evocar pensamientos negativos no es para sentirte peor, ni culpable, ni tampoco para enviarte a una espiral de pensamientos negativos. El papel de los pensamientos negativos es actuar como un disparador para restablecer tu mente y brindarte acceso inmediato a una perspectiva diferente y más positiva. Sé que suena contraintuitiva. Sin embargo, hay muchos ejemplos de personas que hacen cosas que parecen contrarias a la intuición de su objetivo final. Recién leí un artículo sobre personas que en el invierno nadan en agua fría. La mayoría describe el shock en sus cuerpos cuando entran al agua al principio y cómo esta experiencia produce beneficios físicos y mentales: aumento de la circulación sanguínea, reducción de los niveles de fatiga, etc. Imagina el pensamiento negativo como el agua fría, sorprendiendo a tu cerebro para despertar los aspectos positivos de tu situación actual. La clave de nadar en aguas frías y pensar en cosas negativas, es no quedarte allí mucho tiempo.
¿Cómo funciona? (Describiré los pensamientos negativos y no cómo nadar en agua fría….creo que simplemente saltas al agua y gritas).
Hay diferentes técnicas y prácticas en las que los estoicos utilizan pensamientos negativos para provocar la gratitud y que te dan acceso a una perspectiva más positiva de tu vida:
Visualización negativa
on esta práctica, simplemente te imaginas en una situación peor que la que estás experimentando. Luego, te preguntas“¿Dónde preferiría estar, aquí o allá?”. Y entonces identificas 1 o 2 cosas sobre tu “aquí” por las que estés agradecido en comparación con la situación que acabas de imaginar.
Por ejemplo: la semana pasada estaba regresando del supermercado, un camino de 20 minutos por una calle muy transitada. Era por la tarde y hacía mucho calor (vivo en Santiago y ahora es verano). Estaba cansada e irritable, me dolía la espalda debido al peso de las compras. Me estaba frustrando cada vez más y empecé a estar molesta por estar aquí, anhelando estar en otro lugar. Antes de ir demasiado lejos por este rumbo me detuve (metafóricamente) y conscientemente decidí practicar la “visualización negativa”. Imaginé cómo me sentiría si hiciera 10 grados más de calor y en vez de caminar 2km tuviera que caminar 15. También imaginé cómo sería si estuviera en la cama con dolor de espalda crónica sin la capacidad de darme la vuelta. Entonces me pregunté, “¿Dónde quiero estar, aquí o allá?. Por supuesto, sin duda, elegí “aquí” y prefería hacer lo que estaba haciendo en ese momento. En lugar de volverme más irritable y sentir pena por mí misma, de repente era capaz de apreciar el hecho de que no hacía tanto calor como podría, que había árboles en la calle que ofrecían sombra, que el camino al supermercado no era tan largo, y que, a pesar de la espalda, podía caminar y hacer cosas sin demasiado dolor. Llegué a mi casa en mucho mejor humor, aunque un poco sudorosa.
Al realizar una visualización negativa, es muy importante que no te castigues. Por ejemplo, podría haber dicho “Emma, ¿por qué eres ingrata? Hay muchas personas en situaciones mucho peor que la tuya.”, etc. Sin embargo, esto solo habría producido frustración y culpa y empeorado la situación. En cambio, evoqué una situación peor y lo hice sin juzgarme, con el propósito de cambiar mi perspectiva dela situación real a una más positiva.
Mediación transvida
el enfoque de esta práctica es ayudarte a reconocer y apreciar que estás viviendo “la vida soñada”. Tal vez no lo crees, pero te juro que para millones de personas tu vida es la vida de sus sueños. Deja que esta idea se filtre por un momento. Actualmente, hay millones de personas en el mundo que cambiarían sus vidas por tu vida en un segundo. Por ejemplo, personas que viven sin agua potable o acceso a medicinas, personas que viven con la amenaza de la violencia, personas que tienen enfermedades terminales, gente en las primeras etapas de duelo, etc. Incluso es probable que en el futuro tú puedas mirar hacia atrás a esta parte de tu vida con nostalgia y con la sensación de que fuera fantástica, a pesar de los desafíos y defectos. De nuevo, la idea de esta práctica no se trata de ser frívolo sobre tus problemas o dificultades, el objetivo es que tengas acceso a una perspectiva más positiva sobre tu situación, y todos los beneficios que esta perspectiva te brinda.
Intenta imaginar una versión de ti mismo/a mucho mayor, quizás cuando no seas tan ágil físicamente, tal vez con menos energía o amigos, viviendo solo/a o en una residencia de mayores ¿Cómo percibirías tu vida actual? ¿Cuáles son las áreas de tu vida que reconocerías como positivas? Quizás sea el hecho de que puedes salir del departamento para caminar, o que estás relativamente libre de dolor físico, o que tienes amigos o familia con quienes puedes salir o hablar, incluso si solo es por zoom durante la pandemia.
La meditación de la última vez
La meditación de la última vez se basa en la idea de que para cada persona habrá una última vez que hagamos todo. La última vez que comerás tu comida favorita, la última vez que te reirás, que leerás un libro etc. Cuando escuché este concepto pensé, “por favor, qué deprimente”. Gracias a Dios, la mayoría de nosotros no sabemos cuando será la última vez que hacemos algo. Sin embargo, ¿cómo cambiaría tu experiencia de una situación si lo supieras?
Por ejemplo, cuando viajaba a otros países (pre-Covid) y sabía que era mi último día en un lugar, caminaba por las calles pensando “esta es mi última vez aquí” y me sentía agradecida por todo que experimentaba: las personas, los colores, los olores, las vistas etc., más que los días anteriores. Otro ejemplo: me encanta el chocolate y cuando sé que es mi último trozo (aunque solo hasta que pueda ir a la tienda para comprar más), no lo como rápido. Saboreo cada segundo. De hecho (y eso probablemente sea un poco raro y no debería admitirlo), lo huelo antes de ponerlo en mi boca. Sabe muchísimo mejor que las otras 25 trozos que acabo de comer.
Estos son algunos de los ejercicios que he estado practicando durante el último mes y me han ayudado a acceder la gratitud, quizás en una manera no tradicional, aunque, al menos para mí, en una manera que funciona.
Si encuentras estas ideas interesantes, te recomiendo que investigues más sobre ello s y escuches o leas a William B Irvine.
Suerte y disfruta de los beneficios que te trae la gratitud.
Emma